ALCALÁ
ESPAÑA, 1597
ilagro Eucarístico de
En 1597, un ladrón robó
de una iglesia poco distante
de Alcalá algunas Hostias
consagradas y otros objetos
preciosos. Días después,
el mismo ladrón comenzó
a tener remordimientos.
Finalmente, decidió confesarse
en la iglesia de los jesuitas.
El sacerdote que lo confesó
hizo que fueran devueltas las
Hostias. Luego, por prudencia,
prefirió depositarlas en una
urna, sin consumarlas. Once
años después las Hostias
estaban perfectamente íntegras.
Habiendo sido analizadas
minuciosamente por médicos
y teólogos, el hecho fue
proclamado como milagroso.
n 1597, un ladrón arrepentido buscó la
confesión en la iglesia de los Jesuitas de
Alcalá. Declaró que formaba parte de una
banda de moros. Vivían refugiados en los montes
y se dedicaban a saquear iglesias y robar custodias
y objetos sagrados en los pueblos, convirtiéndose
así en verdaderos sacrílegos. El arrepentido llevaba
consigo algunas Hostias consagradas para devol-
verlas entre lágrimas al confesor. El sacerdote,
conmovido, se dirigió inmediatamente al superior
para informar lo sucedido. Al inicio, se decidió
que las Hostias serían consumadas durante una
Misa; pero luego, temiendo que las Hostias
fueran envenenadas como ya había sucedido poco
tiempo atrás en Murcia y Segovia, se pensó en
conservarlas en un cofre de plata y esperar que
se descompusieran naturalmente. Once años después,
las veinticuatro Partículas fueron encontradas
intactas. El padre Luis de la Palma, hombre
de gran virtud, siendo el Provincial, ordenó
que las Hostias fuesen trasladadas a un sótano,
junto con algunas hostias no consagradas. Meses
después, las hostias no consagradas se descom-
pusieron por la humedad; en cambio, las que
eran consagradas permanecieron íntegras. Sólo
luego de seis años, el padre de la Palma decidió
hacer público el Milagro de las Hostias que se
habían conservado intactas. Mientras tanto, se
añadieron otros exámenes por parte del catedrá-
tico y médico personal del rey, García Carrera;
como también las intervenciones de teólogos
ilustres que consideraron la integridad de las
Hostias como un verdadero Milagro. En
1619 las autoridades eclesiásticas otorgaron el
permiso oficial para su culto. Las Santas Hostias
fueron adoradas públicamente por el mismo rey
Felipe III, quien en 1620 presidió una solemne
procesión, acompañado por toda la familia real.
Las santas Partículas fueron trasladadas a la iglesia
mayor en la época en que Carlos III expulsó a los
Jesuitas de España. En 1936 las Hostias milagrosas
fueron prudentemente escondidas por unos sacer-
dotes que poco después serían asesinados por los
revolucionarios comunistas que incendiaron la
iglesia. Hasta hoy no se ha logrado encontrar el
lugar del escondite a pesar de que se han realizado
muchas investigaciones en la iglesia como en la
cripta. No existe ninguna publicación que ofrezca
noticias acerca de estas veinticuatro Hostias
Santas de Alcalá. “!Qué Dios nos haga un nuevo
Milagro!”, exclama un erudito biógrafo de la
ciudad, don Anselmo Raymundo Tornero, quien
ha escrito un volumen con la descripción minu-
ciosa de los datos históricos del Milagro.
© 2006, Edizioni San Clemente
E
Interior de la iglesia de los Jesuitas
Pintura que representa una
Procesión Solemne en honor
a las Hostias del Prodigio
Catedral donde se conservó por un período
las Hostias milagrosas
Iglesia de los Jesuitas donde fueron entregadas las Hostias